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el chico del vídeo

el chico del vídeo mató al chico del vídeo

el chico del vídeo mató al chico del vídeo

  Ya sólo quedan unas cuantas horas pero todavía sigo siendo el chico del vídeo. Mañana ya no habrá prensa y desde ayer  no alquilamos películas. Lo vendemos todo: las pelis, el televisor —en el que tantas pelis malas me he tragado—, el dvd, el vídeo... hasta las estanterías vendemos. Así que este blog se acaba. Recuerdo que cuando empecé con este rollo temía que  el jefe o alguno de mis clientes me descubriera en la red, o que alguien llegara una mañana y me soltara: “te pillé: yo sé quién tú eres”; sin embargo ahora que sólo me quedan dos horas para dejar de ser el chico del vídeo eso que tanto temía ya no me asusta y creo que casi estoy deseando que entre alguien dispuesto a desenmascararme.  Bueno, esto se acaba, es el fin natural de esta aventura, ha sido divertido,  pero tengo que confesaros que ya me empezaba a cansar de los palotes, los chupa-chups y las pelis malas. Gracias y un abrazo a todos por haberme permitido ser el chico del vídeo.

parte oficial de guerra

parte oficial de guerra

Me están partiendo en trocitos, y así me desvanezco poco a poco. Las de 2x1 te las llevas por 3,90 y ya no tienes que devolverlas nunca. Sin pulmones, sin riñones, sin las orejas —de momento sólo hemos puesto en venta los órganos pares, pero ya es irreversible porque ellos también son vitales—. Cada día hay más bajas y sabemos que ya no llegarán refuerzos. La guerra está definitivamente perdida.Ya no hay esperanza: estamos en venta, y nos vendemos en cachitos como el muro de Berlín. El último que se incorporó fue Harry Potter y el caliz de fuego, pero ya es seguro que  King Kong nunca llegará a los anaqueles de mi vídeo. Amiguitos esto se acaba. El jefe ha dicho que ya sólo queda esperar más bajas. Hoy he visto caer a la trilogía del Torete,a Dirty Dancing, a Apocalypse Now, al soldado Ryan, y aún montón de pelis más; yo mismo me he comprado Mulholland drive —me la he puesto tantas veces que le he cogido cariño, y no resisitíria verla partir—. No puedo seguir escribiendo, se me empaña la mirada por ver tan cerca el fin.

las chicas del Playboy

 Todas las noches a eso de las diez salgo afuera y bajo la persiana metálica, pero casi en un acto reflejo siempre echo antes una mirada a las chicas del Panishop para ver si ellas han cerrado ya —aunque no lo creáis lo chinos de enfrente se van media hora antes—, y hay noches en que la negra que a veces viene a comprarse la Telenovela ya le está dándo a la fregona, y otras todavía están abiertas y con el garito lleno de gente ansiosa de baguettes, y otras ya han bajado la cortina y se han marchado; y a mí la verdad me da igual lo que hagan ellas porque de todas formas voy a chapar echando leches; pero mientras contemplo como se baja la cortina metálica -que como sabéis es automática y elegante como ella sola- puedo decirme para mis adentros: «hoy éstas tenían prisa» o «esta noche me piro antes que ellas» o «vaya culazo tiene la negra».

la otra noche soñé con el chico del vídeo

La otra noche soñé con el chico del vídeo. Es un chico que se parece mucho a mí pero no soy yo. El videoclub en el que trabaja tampoco es exactamente igual al mío. En mi sueño a un cliente que yo no conocía se le caía un estante lleno de películas encima, y lo aplastaba. Pero al cliente no le pasaba nada y después del accidente mantenía su buen humor. Es curioso pero recuerdo que en el sueño el cliente se llamaba Luis. En el momento del accidente también había en el vídeo un chica que antes venía casi todos los días, pero que desde hace meses no le veo el pelo.

Yo… bueno el chico del vídeo de mi sueño, que no era exactamente yo aunque se me parecía bastante, no se explicaba cómo el estante podía haberse caído, y la chica le explicaba que el estante lo había empujado el hombre llamado Luis. Pero al chico del vídeo  ni empujando le parecía posible que se hubiera soltado, pues estaba solidamente adosado a la pared.

Luego me he despertado con un regusto amargo y con la certeza de ser un impostor: ¿Así que hay otro chico del vídeo en algún universo paralelo que me está robando los clientes? ¿Qué ofertas tendrá?¿Tal vez 3x1? Me ha sentado fatal saber que yo no soy el auténtico chico del vídeo, pero lo que más me ha fastidiado es lo de que algunos de mis antiguos clientes lo sean ahora de él.

Aunque luego he recordado el sueño y he recuperado un poco la autoestima y me he dicho en voz alta: «Por lo menos en mi videoclub los estantes no aplastan a los clientes», aunque he de confesar que luego he  dicho para mis adentros: «En cuanto llegue al vídeo compruebo que los estantes estén bien sujetos».

Blockbuster cierra todas su tiendas en España

Cada vez me pasa más a menudo y no se me ocurre a qué se debe: a veces me entran ganas de mear, ya sé que esto no es nada extraordinario, que nos sucede a todos, pero permitidme continuar —¿por qué últimamente está todo el mundo tan irascible? Deben ser las pelis malas o que ya no permiten vender tabaco en los vídeo-clubs—, bueno a ver si consigo proseguir con el artículo que creo que las películas malas y los medicamentos para combatir la fiebre me están provocando dispersión mental —tengo gripe, pero sigo aquí, al pie del cañón, y no porque este curro me dignifique o esclavice, sino porque hoy es miércoles y juega el Zaragoza contra el Madrid, lo que significa que hoy el vídeo va a ser un oasis de paz y tranquilidad apenas interrumpida, así que seguramente aquí voy a estar más calentito y tranquilo que en mi casa; además luego se va a pasar mi novia a ponerme unas inyecciones y a traerme más medicinas—; pero no era de la fiebre ni de las medicinas, ni de las inyecciones de lo que yo quería hablar —¡otra vez la dispersión mental!—, lo que me apetecía contaros es que a veces estando en el vídeo me entran ganas de mear, y entonces espero a que el garito se me vacíe —y podéis creerme cuando os digo que no he de esperar mucho—, y le pongo el pestillo a la puerta, y cuelgo el cartel de: «Vuelvo en cinco minutos», y luego me voy al baño de la trastienda, y cuando regreso al mostrador sigo viendo la peli con la que estaba antes de que me entraran las ganas —ya sabéis que siempre estoy viendo películas: por eso me admiráis, por eso trabajo en un vídeo-club, y por eso soy el genuino chico del vídeo—, o me quedo mirando a las titis buenorras de las revistas; y claro me olvido del pestillo y del cartelito que había colgado. Y así se me pasa el tiempo en una calma y sosiego sin igual hasta que algún cliente seguramente envidioso de verme tan a gustito con mis pelis, mis palotes y mis revistas, ya casi a punto de alcanzar el Nirvana, va y comienza a golpear en la puerta para llamar mi atención. Y entonces me digo: «Joer, chico del vídeo ya te ha vuelto a pasar», y me levanto de mi asiento, y llevo tanto tiempo sentado que la banqueta se viene conmigo adosasada a mi culo, y voy a la puerta y le quito el pestillo, y despego el cartelito, y mientras le abro para que entre a alquilarse alguna peli muerdo el palote. Y esto os lo cuento para que no me lo tengáis en cuenta cuando tardó en colgar nuevos artículos, porque seguramente lo que pasa es que al volver del baño de la trastienda me he quedado otra vez embobado con los chupa-chups y los palotes, viendo pelis, o extasiado con una nueva y sorprendente propuesta sexual de la Vale, y se me ha vuelto a olvidar de quitar el cartelito de «vuelvo en 5 minutos» y de descorrer el pestillo, y por el momento ningún cliente ha venido a aporrear la puerta para interrumpir esta felicidad completa.

y no me atrevo a confesarle que no sé de qué color me habla cuando me dice «beige»

La chica misteriosa siempre tiene frío, y llega sin chaqueta aunque esté nevando. Digo yo que vivirá cerca o quizás esté trabajando en mi misma calle. Entra con los brazos cruzados como dándose un abrazo a sí misma. Es una chica solitaria y friolera enamorada de las revistas de moda: hojea una revista por aquí, hojea otra revista por allá, me pide que le enseñé una del escaparate, y luego me pregunta si tengo la bufanda que regalan en beige. Yo me muestro solícito, y ella taciturna. Después de un rato se acaba llevando una, dos o, incluso hay días que,  tres revistas. Seguro que en La Vogue, en la Cosmopolitan, y en la You encuentra mil consejos para ser glamourosa, para endurecer sus glúteos y para hacérselo pasar de muerte a su novio, pero ninguna de esas revistas se atreve a decirle lo que de verdad ella necesita: « que te me pongas un abrigo, chiquilla, que te me vas a resfriar».

como pudisteis comprobar en el artículo anterior el chico del vídeo es chisposo donde los haya, pero si seguís leyendo lo que viene a continuación podréis comprobar que sus clientes no lo son menos.

Desde hace una semanas en el escaparate de mi vídeo hay un cartelillo en el que se lee: «Se traspasa por jubilación». Evidentemente lo ha puesto el jefe. Pero no pasan ni tres días sin que entre algún graciosete desternillándose ya en la puerta que me dice aparentando una sorpresa mayúscula: «así  que ya te jubilas,eh...», algunos envalentonados con su primer envite incluso tienen la desfachatez y la falta de dignidad de estirar la broma durante varios minutos haciendo alusión a lo bien que me conservo. Y yo de la misma forma que cuando hago la gracia del «fantasma» finjo que se me acaba de ocurrir, cuando me hacen la de «mi jubilación» finjo que es la primera vez que la oigo y que me parto de la risa, y todos tan contentos. Ahora bien si por equivocación, error o despiste, algún día le repito mi refinada broma «del fantasma» o la sin par «del perro que fuma» a un mismo cliente y éste descubre que mis gracias en lugar de felices ocurrencias del momento son miserables gracias de repertorio, entonces no tendré perdón de dios, y antes que ver mi dignidad de graciosillo entredicha, sin rechistar me tragaré mis propios huevos. Ah... pero si llega el día en que uno de esos graciosetes comete el despiste de repetirme a mí la broma de la «jubilación», ay de él, si un mismo cliente me hace dos veces la broma de la «jubilación», no me limitaré a reprocharle:«eso ya me lo contaste el otro día», lo qué haré con ese desgraciado no os lo voy a contar aquí porque me consta que este blog lo leen menores, pero en su día lo podréis leer en la página de sucesos de todos los periódicos.

 


el fantasma

Entra una pareja joven, la chica, que acuna en sus brazos un perro, me pregunta:

—Oye, ¿podemos pasar con el perro si lo llevo en brazos?

—¿Fuma? —preguntó yo distraído

—No —responde la pareja con rapidez y seguridad.

—Pues entonces no hay problema.

Y mi churri que me está haciéndo compañía detrás del mostardor se ríe, pero no le hace gracia el chiste malo, lo que le hace gracia es que es la tercera vez que lo hago en lo que va de tarde.

La otro broma fija que tengo es la del fantasma. En mi videoclub a veces se oyen unos ruidos estruendosos como de arrastrar cadenas, que siempre espantan a todos los clientes presentes que me miran suplicando una explicación, pero yo me hago el distraído y si estoy de humor susurró: «el fantasma», y luego alargo el suspense todo lo que puedo como aprendí del maestro Hitchcock.

Cuando ya se les han olvidado los ruidos y vienen a pagarme la película, sin darle importancia les explico que en el local contiguo hay un garaje y cuando se levanta la puerta mecánica se oyen esos ruidos extraños, pero alguna vez se me ha olvidado explicar el misterio y me consta que algún cliente se ha puesto en contacto con Iker Jiménez y un día de estos va a salir mi programa en Cuarto Milenio.

algunas películas de acción ayudan a que la gente se percate de si le ha subido la fiebre.

Casi a las diez menos cinco entra una mujer de unos cincuenta años y se alquila una peli de acción que no he visto y no pienso ver, y me pregunta qué tal está la peli, entonces yo le digo lo de que no la he visto pero silencio lo de que no la pienso ver.

Me cuenta que por la noche necesita pelis con explosiones y tiroteos porque si no se duerme. Yo para mostrar cierta empatía le digo que a mí por las noches también me cuesta cada vez más ver películas. Luego me explica que ella debe permanecer despierta por las noches porque le contagiaron la hepatitis y toma unas pastillas que a veces le provocan fiebre, y si le sube la fiebre mientras duerme puede pasarse la noche entera delirando. Y entonces me parece que esta noche mi videoclub se parece más que nunca a una farmacia, y tentado estoy de aconsejarle a la señora señalando la peli: «pues tómese una de éstas cada 24 horas».

papaíto

papaíto

Hoy ha venido al vídeo el gamberro oficial de Springfield, ese que siempre lleva los pelos largos, un gorro y una camiseta negra con una calavera; y venía con su papi. Cuando sale por la tele lo deben de doblar porque en mi vídeo que es la realidad de la vida hablaba con acento colombiano, y no dejaba de llamar a su progenitor papaíto o papi, lo que en un tío tan malote como él resultaba un poco lila.

Luego ha querido hacerse el tipo duro alquilándose el San Andreas para la Play, pero ya de nada le ha servido, sobre todo porque no paraba de repetir: “Papaíto si me alquilas este tendré diversión para rato”. El padre, chaparrito, mudo y de rostro impasible creo que de reojo lo miraba con desprecio, pero tampoco estoy seguro, y no soy yo nadie para meter cizaña entre un padre y un hijo. Al final el malote se ha marchado feliz de la vida con su vídeo-juego en una bolsa de plástico, aunque antes de irse me ha lanzado una mirada acuosa como de gato enfermo y me ha dicho: “tío, que te vaya bien”.

otro cuento de Navidad

En el rollo de la Navidad mi videoclub debe tener una importancia igual a cero, lo puedes llamar el quinto pino o el quinto coño, lo puedes llamar los bordes exteriores de la galaxia o donde Frodo perdió sus calcetines, pero eso no cambiara nada porque seguirá siendo el culo del mundo, y la prueba irrebatible de esto es que Papá Noel llegó aquí el día 31, y claro, con tanto retraso y como no llevaba su traje reglamentario yo por sus barbas y su mirada transparente y optimista al principio lo tomé por un Hemingway cualquiera pasado de ron cubano.

Aunque enseguida su voz campanuda y su sonrisa sincera me sacaron del error. El tío quería hacerse socio y yo le exigí una factura porque me fastidió una barbaridad que llevara el uniforme de Seur. Seguro que cuando fuiste al Corte Inglés, cabroncete, bien que te lucía el traje colorado, ¿y ahora aquí te me presentas con esa chaquetita azul desvaído? Vamos no me…

Y eso que en mi vídeo habíamos llenado el escaparate de luces más animosas que las del Corte Inglés Independencia, que yo cada vez que paso en el 23 de camino al vídeo y miro por la ventanilla y me encuentro esa fachada se me encoge el alma: cuatro bombillas mortecinas que ya eran vergonzantes cuando se llamaba Galerías, pero ahora lo que dan es pena, una pena muy grande.

Total que el tío se volvió a su casa a la Puta Ponia a por la factura. Y claro, yo pensé, éste ya no vuelve, y seguí aprendiéndome la coreografía de los bailes de los Upa-Lupas de la peli Charlie y la fabrica de chocolate.

Pero al poco el tío volvió con su carné y su factura y su uniforme de Seur, así que yo a regañadientes empecé a rellenarle la ficha. En el carné aparecía un nombre extranjero a más no poder, pero no era nada que acabará en Klaus, ni en Nöel, y cuando picado por la curiosidad miré el lugar de nacimiento resultó que Santa Klaus es madrileño.

Mientras estaba buscando las pelis y yo rellenaba su ficha le sonó el móvil al barbas, y le oí decir con esa voz tierna que pone en los anuncios: “Pues están siendo unas fechas raras, porque como son las primeras que pasó sin mi madre”, y ahí fue cuando a mí, como en un cuento de Dickens, se me ablandó el corazón.

La verdad es que el barbas era agradable, después vino al mostrador y me estuvo contando que le gustaría que le encargáramos los fascículo de Mozart , la enciclopedia del Heraldo, los libros de la Guerra civil del Mundo, y las novelas Históricas del País, pero que como era repartidor de Seur tenía unos horarios muy esclavos y no sabía cuando podría venir a recogerlos, así que finalmente me dijo que mejor de momento no le encargara nada, que ya vendría más adelante. Yo enseguida me percaté de que el tío hablaba por hablar y tampoco se lo tuve en cuenta porque en el fondo soy un sentimental, y a punto estuve de invitarle a que se viniera a tomar las uvas conmigo y otras gente de mal vivir a la Plaza del Pilar, que allí entre tanto inmigrante no se sentiría extraño, pero no lo hice, pensaréis que soy un reaccionario, y un intransigente, y un antiguo, pero es que al niño que llevo dentro le dio un pequeño shock al ver que las pelis que se había alquilado Papá Noel eran las dos pelis guarras que tenemos en el vídeo en la que sólo intervienen “actores” masculinos.

cuento de navidad

cuento de navidad

Dice mi mi amigo A. que mi jefe es Míster Scrooge y que esta noche se le aparecerán el fantasma del pasado, el del presente, y el del futuro, por tenerme trabajando hasta las nueve en Nochebuena.

premio para el chavalote

A veces estoy tentado... tentadísimo... vamos que me tengo que morder la lengua para no hacerlo, para no soltarlo : "Chavalote, te estás llevando tres de las pelis más mediocres, soporíferas, y apestosas de este vídeo-club independiente y comercial cuya especialidad son las pelis mediocres, soporíferas y apestosas. No sé si darte un abrazo, felicitarte, darte el pésame o tres collejas."

Y si entonces, y a veces pasa, al tío se le ocurre preguntarme que qué tal están las pelis que se alquila, yo tuerzo la boca, babeo, me sigo mordiendo la lengua hasta que empieza a sangrar, y hago como que no lo oigo, como que estoy sordo, o como que me acaba de dar un repentino ataque de autismo, porque no me gusta mentir, pero el negocio es el negocio.

yo para ser feliz quiero...(quédate tú con los millones)

yo para ser feliz quiero...(quédate tú con los millones)

Hoy mi churri ha venido al vídeo y me ha hecho el primer regalo de la navidad. No es la primera vez que viene, últimamente se pasa aquí casi tanto tiempo como yo, y ya sabe cómo funciona hasta la caja registradora que es lo más sagrado del negocio. Para ella el regalo era poco menos que una chuminada, pero sospechaba que igual me hacía ilusión, y por eso se va a pasar las mañanas de los próximos quinientos años desayunando unos cereales que no sé si le gustan. Lo que me ha regalado, chavalitos, ha sido nada más y nada menos que la cabeza de Darth Vader, o sea un busto como los de Marco Aurelio, Franco o Cesar, pero fliparlo, del maligno Darth Vader. Joer, que feliz he sido de vuelta a casa en el autobús rodeado de un montón de gente ignorante de que lo que había dentro de la bolsa de carrefour que llevaba sobre mis rodillitas era la cabeza Darth Vader.

chico del vídeo no tienes vergüenza

Esto no es un artículo, esto es una sorpresa de Navidad, 

pincha aquí , luego le das al play y ¡Sube el volumen de tus altavoces! ;)

perritos y periódicos

Nada más entrar en el vídeo cogen el periódico y lo dejan sobre el mostrador, y luego sin decir nada y con aire ausente se van a mirar las pelis. Y claro, mientras ellos siguen eligiendo la peli todos los clientes que pasan por el mostrador se van topando con el dichoso periódico, y luego a mí se me olvida quién lo ha dejado allí, y para no cobrárselo a todo el mundo tengo que ir preguntando a cada cliente si ese periódico es suyo.

Tal vez sólo son personas despistadas que piensan que si no dejan el periódico sobre el mostrador luego se les va a olvidar comprarlo o a lo mejor temen que mientras eligen las pelis otros treinta y tres clientes vengan y agoten los periódicos, aunque por alguna razón no puedo dejar de relacionarlos con esos perritos pequeños y nerviosos que sufren la imperiosa necesidad de dejarme a los pies del mostrador una meadita para que su presencia no me pase del todo inadvertida.

 

no, que ya la han arreglado

Ahora que todos los clientes se habían aprendido lo de que en la máquina de tabaco hay que echar el importe exacto la han arreglado y ya devuelve los cambios sin equivocarse. Y no os podéis imaginar la cantidad de gente que yo hubiera jurado que no había visto en mi vida que me pregunta: “¿En la máquina todavía hay que echar el importe exacto?”

la mañana

Cuando los repartidores traen un periódico un poco arruagado el resto de los tenderos del universo lo colocan el último del fajo, pero el chico del vídeo –que es el peor tendero del universo y carece del más mínimo conocimiento de la ciencia del escaparatismo- lo pone el primero, porque le gusta ver como los clientes, con más o menos disimulo, y  de manera más o menos vergonzante, en vez de llevarse ese primero, van cogiendo el de debajo. Cuando llega un depistadete que se lleva el arrugado, le digo: “Espere un momento que ese periódico está muy feo”,  me guardo al arrugado, y le doy otro;pensaréis que soy gilipollas, bueno, vale, tal vez, pero así con estas chorradillas se me va pasando la mañana.

mejor personas

En mi vídeo ya sabéis que últimamente no entra ni dios. Sólo cuando me llama por teléfono algún amiguete para contarme el último chisme  se me empieza a llenar el garito. Y la otra tarde me ocurrió así, y al final antes de saber si se la folló o no, le tuve que decir a mi amigo: "Oye,  te llamo luego que ahora tengo gentecilla", y justo al pronunciar la palabra: "gentecilla" levanté la cabeza y me encontré con un montón de personas junto al mostrador, atentas a mi conversación, y no del todo satisfechas con que yo me hubiera referido a ellas como: "gentecilla".

tú sí que copias

Anda la industria del cine tan escamada con lo de la piratería que ahora cuando entras al cine te advierten que con unos medios hipersofisticados te van a vigilar y que se si te pillan grabando la película con una minicámara, como mínimo te la tienes que tragar, pues a las compañías cinematográficas no les gusta nada, nada que les copien la película que con tanto esfuerzo han rodado. Me parece justo, a cada uno lo que es de cada uno. Pero qué ocurre si yo voy al cine a un estreno, y cuando llevo seis minutos sentado en mi butaca descubro que esa peli que me han vendido como nueva es en realidad un refrito de otras mil películas que ya he visto miles de veces, vamos que todo en ella es una mala copia: los ademanes de los buenos, las frasecitas de los malos, y hasta las persecuciones entre los buenos y los malos.  A ver si inventan un chisme que me señale a quién le reclamo yo. Me da igual que el responsable sea el director, el guionista, el productor, o la  sociedad general de autores, pero  que alguien me devuelva ya mismo el dinero de mi entrada, y no estaría demás que también me pagaran una indemnización por el mal rato que me han hecho pasar con semejante bodrio.