En el rollo de la Navidad mi videoclub debe tener una importancia igual a cero, lo puedes llamar el quinto pino o el quinto coño, lo puedes llamar los bordes exteriores de la galaxia o donde Frodo perdió sus calcetines, pero eso no cambiara nada porque seguirá siendo el culo del mundo, y la prueba irrebatible de esto es que Papá Noel llegó aquí el día 31, y claro, con tanto retraso y como no llevaba su traje reglamentario yo por sus barbas y su mirada transparente y optimista al principio lo tomé por un Hemingway cualquiera pasado de ron cubano.
Aunque enseguida su voz campanuda y su sonrisa sincera me sacaron del error. El tío quería hacerse socio y yo le exigí una factura porque me fastidió una barbaridad que llevara el uniforme de Seur. Seguro que cuando fuiste al Corte Inglés, cabroncete, bien que te lucía el traje colorado, ¿y ahora aquí te me presentas con esa chaquetita azul desvaído? Vamos no me…
Y eso que en mi vídeo habíamos llenado el escaparate de luces más animosas que las del Corte Inglés Independencia, que yo cada vez que paso en el 23 de camino al vídeo y miro por la ventanilla y me encuentro esa fachada se me encoge el alma: cuatro bombillas mortecinas que ya eran vergonzantes cuando se llamaba Galerías, pero ahora lo que dan es pena, una pena muy grande.
Total que el tío se volvió a su casa a la Puta Ponia a por la factura. Y claro, yo pensé, éste ya no vuelve, y seguí aprendiéndome la coreografía de los bailes de los Upa-Lupas de la peli Charlie y la fabrica de chocolate.
Pero al poco el tío volvió con su carné y su factura y su uniforme de Seur, así que yo a regañadientes empecé a rellenarle la ficha. En el carné aparecía un nombre extranjero a más no poder, pero no era nada que acabará en Klaus, ni en Nöel, y cuando picado por la curiosidad miré el lugar de nacimiento resultó que Santa Klaus es madrileño.
Mientras estaba buscando las pelis y yo rellenaba su ficha le sonó el móvil al barbas, y le oí decir con esa voz tierna que pone en los anuncios: “Pues están siendo unas fechas raras, porque como son las primeras que pasó sin mi madre”, y ahí fue cuando a mí, como en un cuento de Dickens, se me ablandó el corazón. La verdad es que el barbas era agradable, después vino al mostrador y me estuvo contando que le gustaría que le encargáramos los fascículo de Mozart , la enciclopedia del Heraldo, los libros de la Guerra civil del Mundo, y las novelas Históricas del País, pero que como era repartidor de Seur tenía unos horarios muy esclavos y no sabía cuando podría venir a recogerlos, así que finalmente me dijo que mejor de momento no le encargara nada, que ya vendría más adelante. Yo enseguida me percaté de que el tío hablaba por hablar y tampoco se lo tuve en cuenta porque en el fondo soy un sentimental, y a punto estuve de invitarle a que se viniera a tomar las uvas conmigo y otras gente de mal vivir a la Plaza del Pilar, que allí entre tanto inmigrante no se sentiría extraño, pero no lo hice, pensaréis que soy un reaccionario, y un intransigente, y un antiguo, pero es que al niño que llevo dentro le dio un pequeño shock al ver que las pelis que se había alquilado Papá Noel eran las dos pelis guarras que tenemos en el vídeo en la que sólo intervienen “actores” masculinos.