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el chico del vídeo

apocalipsis

Hoy el calvo de la coleta, como acostumbra, ha ojeado la portada del Heraldo y a empezado a soltar su incomprensible discurso. Yo le tengo cierto cariño pero creo que es porque su pronunciación es tan extravagante que la mayoría de las cosas que dice no las entiendo. Hay días en que me parece un pariente cercano de Hitler porque le cazo alguna frase suelta del tipo “A estos había que matarlos a todos” -y en lo de “estos” os podéis dar todos por aludidos-. Otras veces me parece un sabio, y me deja maravillado ya que me da la impresión de que el tío sabe desde cuál ha de ser el trazado correcto de las nuevas autovías, hasta cuáles son las medidas oportunas para impulsar nuestra economía. Otros días me fascina introduciendo en su desvariado discurso sentencias lúcidas que yo aplico a mi propia situación vital, y me parece que fuera una especie de médium u oráculo que leyera mi mente. Él comienza a soltar su perorata, pero si alguien entra en el vídeo la interrumpe y no la retoma hasta que de nuevo estamos los dos solos, normalmente sonrío, muevo la cabeza y a veces digo: “sí, si” o “claro, claro”, hasta que él se cansa y se va. Pero hay días en que intervengo de una manera más activa como hoy, que he creído entender que ha dicho: “lo que yo quiero es que arriba del pico de las montañas esté todo lleno de agua”, y entonces es cuando no he podido evitar preguntarle: “¿Para qué?”, y él ha concluido : “Para que no quede nadie”.

1 comentario

Carlos -

Y en lo de "nadie" nos podemos dar por aludidos.